El fin del paramilitarismo como condición para la paz

El Centro Vlady, de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), fue escenario para la jornada de análisis sobre paramilitarismo y despojo territorial, una comparación entre las experiencias de Colombia y México. El evento, organizado por la UACM y la UNAM, con el auspicio de la Rosa Luxemburg Stiftung en México, contó con la destacada participación de la ex senadora colombiana Piedad Córdoba y del presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, INDEPAZ, Camilo González Posso, junto a otros académicos, estudiantes y periodistas.

Las comparaciones entre las problemáticas colombiana y mexicana han desatado debates sobre la “colombianización” de México, concepto muy cuestionado en el panel, o sobre las indeseables réplicas del complejo sistema criminal mexicano en otras partes del continente, discusiones que en opinión de los panelistas, omiten las complejas causas estructurales y a los responsables reales de la violencia. Los expositores también coincidieron en que fenómenos como el paramilitarismo, presente en ambos países, tienen orígenes y etapas diversas con sus propias particularidades, métodos y herramientas.

González Posso, también Director del proyecto Centro de Memoria y Paz de Bogotá, expresó que en el actual contexto, el paramilitarismo es empleado con el objetivo de “mercantilizar los territorios campesinos y privatizar las tierras comunales”, a través de la “acumulación por desposesión”, término acuñado por el geógrafo David Harvey para explicar esta práctica en la crisis del sistema capitalista.

En ambos países, el paramilitarismo opera como la fuerza que “expolia las tierras fértiles o se apropia de territorios donde se encuentran asentados recursos estratégicos como petróleo y gas natural, con la transigencia de los poderes políticos, económicos y judiciales”, manifestó Eduardo Correa, coordinador del seminario, y profesor investigador de la UACM. agregó además que paralelamente, el paramilitarismo “ha servido como contrapeso a los movimientos insurgentes o revolucionarios”,.

Sobre los diálogos de paz de La Habana, llevados a cabo entre el gobierno colombiano y las FARC–EP, la ex senadora Piedad Córdoba recalcó la importancia de seguir el proceso de manera cercana pues, debido a las condiciones legales y políticas que se viven en Colombia, la reinserción de la guerrilla a la vida civil podría peligrar ante la presencia del paramilitarismo. También añadió que la “neutralización y erradicación de los grupos paramilitares” es una de las demandas fundamentales de dichas negociaciones.

Carlos Fazio, profesor investigador del departamento de Derechos Humanos de la UACM, apuntó que en México el paramilitarismo ha operado como método contrainsurgente en varias etapas desde los años sesenta. Sin embargo, a su juicio, actualmente la situación coincide con la problemática colombiana, especialmente en lo que se refiere a la profundización de estas prácticas en territorios geopolíticamente estratégicos.

Fazio hizo un llamado a no reducir el estudio del fenómeno de violencia solamente al análisis de los enfrentamientos entre grupos del crimen organizando, pues según él, es necesario ahondar en la responsabilidad e intereses de los altos mandos del gobierno mexicano y estadounidense, así como en la participación de empresarios nacionales y extranjeros. Añadió que en México rige una “tríada, en la que la corrupción, la impunidad y una simulación de Estado de derecho, profundizan el neoliberalismo, la violencia, la privatización de la seguridad y economías informales y criminales, estas últimas, legalizadas a través de mecanismos legitimados por el gobierno mexicano”.

Fazio resaltó las coincidencias entre los acuerdos bilaterales con Estados Unidos, el Plan Colombia y el Plan Puebla Panamá, los cuales “han abierto las posibilidades a la explotación y acaparamiento de recursos naturales estratégicos a oligarquías nacionales y extranjeras, con la justificación de la guerra contra las drogas y ahora contra el terrorismo”.

En relación con las llamadas autodefensas en Michoacán, Fazio aclaró que “cuando dichos grupos obedecen a intereses locales y es en ese espacio donde funcionan como protectores ante el despojo territorial o violencia de grupos armados” no pueden considerarse grupos paramilitares.

Finalmente, Piedad Córdoba aprovechó su intervención para denunciar públicamente que en semanas anteriores a su viaje a México, ella junto con otros integrantes del movimiento Marcha Patriótica, recibieron amenazas de muerte y además, alertó sobre las difíciles condiciones en las que trabajan quienes luchan por la paz en Colombia.

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