— Palabras de Boris Kanzleiter, Director del Centro para el Diálogo y la Cooperación Internacional, RLS
La repentina y grave enfermedad de Dieter Müller y su inesperado fallecimiento en la unidad de cuidados intensivos del Hospital de Coyoacán, en la Ciudad de México, el 12 de agosto de 2023, nos dejó a familiares, amigues, colegas y compañeres desolades y en un profundo luto.
Dieter Müller, nuestro alegre, dinámico e inteligente compañero, fue abruptamente apartado de la vida y perdió la lucha contra una insidiosa enfermedad en pocos días. Para todes aquelles que conocimos a Dieter, que vivimos, trabajamos y luchamos con él, esta noticia es un shock, una pérdida terrible. Dieter era una persona especial, una persona que es excepcional encontrar, a la que siempre se va a echar de menos. Estaba siempre respetuoso con les demás. Era amable y humilde. Pero Dieter también sabía exactamente lo que quería y lo que hacía, nunca actuaba imprudentemente. Dieter sabía mediar y traducir, no solo idiomas, sino también emociones, era empático y siempre profundizaba en los contextos. Dieter no buscaba protagonismo, no era él que hablara primero o demasiado. Siempre estaba presente, atento y estaba cuando se le necesitaba.
Y sobre todo Dieter fue una persona que pasó toda su vida buscando la justicia y luchando por ella, que se puso incondicionalmente del lado de les oprimides, incluso cuando se hizo difícil porque de repente algunes de les camaradas de ayer eran les opresores de hoy, como en Nicaragua, país que amaba.
Fueron muchas las experiencias que dejaron su impronta a Dieter. Nacido en 1959 en Valencia, España, en plena dictadura de Francisco Franco, pasó la mayor parte de su infancia y juventud con sus padres en Roma. Su adolescencia la vivió en Italia en la época de las grandes revueltas y levantamientos políticos de los principios de los años 70. Del 1976 al 1989 absolvió el colegio y después estudió economía agrícola y geografía en la Universidad de Bonn, Alemania. Durante sus estudios trabajó como traductor e intérprete.
Sin embargo, su pasión absoluta era la solidaridad con los movimientos de liberación de América Latina, con cuyas luchas se identificaba. Tras la caída de la dictadura somocista en 1979, Dieter Müller fue durante muchos años el principal motor para la construcción de redes de la ONG medico international en el sistema sanitario de la Nicaragua revolucionaria. Durante años también acompañó los procesos revolucionarios – y sus dolorosas derrotas – en El Salvador y Guatemala. Fueron los años de las terribles masacres de los paramilitares y los contras apoyados por Estados Unidos contra les simpatizantes del FMLN salvadoreño y la guerrilla guatemalteca en la década de los 80 y la transformación de las guerrillas en partidos políticos en la década de los 90.
Dieter también trabajó en México durante muchos años. Miles de exiliades de los movimientos populares de Centroamérica y Sudamérica habían encontrado un refugio seguro en Ciudad de México. Dieter se movía en este ambiente entre muchas personas conocidas y queridas. Y, por supuesto, también trabajó con la izquierda mexicana. El movimiento zapatista le dio nueva esperanza política tras las derrotas en Centroamérica con su insurgencia del 1 de enero de 1994. Durante este tiempo tuve la suerte de conocer y apreciar a Dieter, el compañero con diez años más de vida y experiencia.
Dieter vivió para la solidaridad y vivió la solidaridad. Y no sólo en América Latina, sino también en Palestina, Mozambique, Sudáfrica y muchos otros países en los que trabajó para medico international en las últimas décadas. A todos estos lugares, no fue simplemente a ayudar. Fue a empoderar, a acompañar en solidaridad los procesos de emancipación política y social, siempre consciente de su propio rol y sus límites.
Dieter siempre supo comprender el movimiento de solidaridad como un movimiento crítico. Mantuvo su distancia de la glorificación de les comandantes y les guerrilleres que prevalecía en algunas partes del movimiento de solidaridad. Porque conocía los lados oscuros de la lucha armada y de les revolucionaries en el poder. Pero ni por un segundo cuestionó los logros de los procesos revolucionarios y la necesidad de defenderlos. Y para ello, siempre consideraba a la izquierda de los países de la metrópoli del norte global como los primeros responsables.
Fue un golpe de suerte para la Fundación Rosa Luxemburg cuando Dieter nos tocó la puerta en el verano del 2019, después de muchos años cumplidos con medico international, porque quería empezar algo nuevo antes de jubilarse, buscar nuevos horizontes. Nos reunimos en un café cerca de la estación de trenes en Fráncfort. Su primera candidatura para la oficina de Tel Aviv no resultó, pero la segunda para nuestra oficina de México, que también se encarga de los proyectos en Centroamérica y Cuba, encajaba perfectamente.
En agosto del año pasado celebramos el cambio de dirección de la oficina en Ciudad de México. Dieter estaba completamente en su elemento, lleno de expectativas por el trabajo. Estábamos contentes de haber encontrado en él a un nuevo colega con experiencia y gran conocimiento.
Con su evaluación distinguida y su sensibilidad política, nos impresionó una última vez cuando en febrero de este año hicimos un viaje a Cuba junto con nuestro Presidente Heinz Bierbaum y nuestra colega Patricia Zapata para hablar con nuestras contrapartes sobre la difícil situación y las posibilidades de nuestro trabajo en la isla. Y a finales de julio acompañó una delegación importante del partido DIE LINKE (La izquierda) a Cuba. Ahora Dieter está muerto. Es y seguirá siendo inconcebible. Nosotres, les colegas de la Fundación Rosa Luxemburg en todo el mundo, el equipo de la oficina en México y muches amigues, estamos de luto junto a su esposa Carmen, sus hijes Chantal y Aljoscha y sus cuatro nietes.
Publicado en alemán en: https://www.rosalux.de/news/id/50881/ein-leben-fuer-die-solidaritaet