Por: Clara G. Meyra Segura.- RLS
Tengo la necesidad de escribir de tal manera,
que ejerza sobre los hombres la fuerza del rayo,
que los impacte (…) no con la declamación,
sino con la visión amplia, el poder de convicción y
la fuerza de la expresión.
Rosa Luxemburg, 1899
Es 24 de abril, el #24A, el llamado de las mujeres se multiplicó en diversos puntos de México, más de 40. Las frases detonadoras son: #NosQueremosVivas, #NiUnaMenos y #NoesNo; diversas mujeres convocaron para terminar con las violencias machistas presentes en todas las estructuras y en todos los espacios, esos espacios que también han significado conquistas históricas de las mujeres.
De acuerdo con el Observatorio del Feminicidio, 7 mujeres son asesinadas cada día, y de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, 2 de cada 3 mujeres han sufrido violencia de género. Las violencias que actualmente viven las mujeres no quedan en lo físico, sino también aumenta la precarización del trabajo, las agresiones sexuales, y las diversas formas de opresión que aún siguen viviendo, a pesar de los mecanismos institucionales de protección que las propias mujeres han logrado. Además de las preocupantes cifras de agresiones a mujeres defensoras de derechos humanos y mujeres periodistas.
En tan sólo unas semanas, la covocatoria se extendió en México y en el mundo. Las organizadoras fueron diversas mujeres de distintos espacios, y entre los acuerdos definieron que no hubiera protagonismos ni representaciones partidistas, sino consignas colectivas. Un acuerdo más fue que los hombres no encabezaran una movilización: “este es un llamado a evidenciar y rechazar las violencias que se ejercen contra las mujeres”.
El contingente del centro del país, Estado de México y la Ciudad de México, acordó que la ruta a recorrer fuera Ecatepec, uno de los municipios más violentos para las mujeres y considerando con el más alto índice de feminicidios en el Edomex, y entrar a la Ciudad de México por Indios Verdes. Los contingentes llegaron al Monumento a la Revolución para cerrar con un pronunciamiento en la Victoria Alada (más conocido como Ángel de la Independencia, monumento histórico que se ha convertido en un importante espacio de protestas), al final las organizaciones calcularon una presencia más de 10 mil personas, principalmente mujeres.
Las expresiones son diversas: performances, batucadas, pancartas, danzas, entre las muchas formas de manifestación que teje una marea violeta diversa y con mensajes contundentes, para denunciar las diversas formas de violencia que se ejercen en contra de las mujeres. Aún durante la marcha, y en la redes sociales, esta iniciativa ha sido cuestionada por diversos sectores, como articulistas y principalmente hombres, que se manifestaron por no sentirse incluidos. Las discusiones han sido amplias y diversas; en algunos casos, denostando los feminismos, en otros, cuestionando la congruencia de los discursos, y varios expresando apoyo y solidaridad. Lo cierto es que se abren espacios para hablar del tema. Incluso, los medios masivos de comunicación emiten opiniones y dan cierto nivel de cobertura.
Dentro de las consignas se ponen al descubierto las diversas formas de violencias, entre ellas, las que se ejercen en contra de mujeres periodistas. Las imágenes de ellas recuerdan los riesgos de ejercer la labor del periodismo en el país, al mismo tiempo que ser mujer. Voces y pancartas muestran los casos de Carmen Aristegui, Sanjuana Martínez, Gloria Muñoz, Regina Martínez, Nadia Vera, Anabel Flores, entre quienes han sufrido diversas amenazas e incluso han sido ejecutadas por realizar su labor de manera comprometida.
Este acto político se manifiesta hacia diferentes puntos, pues en el sistema capitalista son diversas las formas de violencia ejercida en contra de las mujeres. Los símbolos de este #24A abren diversas puertas, y aún con todos los desafíos, se pone a la luz la capacidad de las mujeres para organizarse colectivamente e identificarse como compañeras ante las formas de opresión que comparten. La declaratoria final se leyó de manera colectiva por diversas mujeres activistas a los pies de la Victoria Alada, aquí un fragmento:
“La guerra contra las mujeres no conoce fronteras, sabemos que nuestra cuerpa, nuestra tierra, son la primera trinchera de lucha, estamos hartas de la explotación hacia ambas territorialidades que por derecho inalienable nos pertenecen, históricamente explotadas y saqueadas por los voraces intereses del sistema capitalista del Estado. Anunciamos que defenderemos nuestros bosques, nuestra agua, nuestra tierra, con la digna rabia que hoy nos ha unido, defenderemos nuestra cuerpa, nuestra vida, nuestro placer y nuestra alegría. Nosotras no cabemos en un etcétera y nos vamos a nombrar, somos todas esas mujeres etiquetadas como vulnerables que han querido silenciar. Nos pronunciamos en contra de la “Ley Eruviel”, en contra de los despojos de territorio, de las desapariciones, de la violencia doméstica, laboral, acoso, discriminación de toda índole, nos pronunciamos en contra de todas las formas de violencia machista que nos convierten en víctimas y blanco de feminicidios impunes”
Las calles se pintaron de violeta el 24 de abril y se abrieron diversas discusiones y acciones en favor de las mujeres, para que vivan libres de violencias. Se cuestionaron las estructuras y dinámicas de poder que fracturan la organización, esos espacios que aún denostan los aportes de las mujeres y complican la posibilidad de transformar articuladamente el destino de un país que vive en profunda desigualdad.