Sonia Gutiérrez. Mujer indígena, abogada y diputada por el partido Winaq, a partir de una entrevista, reflexiona sobre el papel de los partidos de izquierda en la lucha por el poder y la necesidad de construir alianzas sólidas. | Foto: Congreso de la República de Guatemala.
En las elecciones generales de 2019, el Movimiento Político Winaq, partido indigenista de izquierda fundado por Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz 1992, obtuvo cuatro escaños en el Congreso, la cifra más alta de representantes alcanzada desde su creación en 2011. Uno de estos asientos lo ocupa Sonia María Gutiérrez Raguay (Palín, Escuintla, 1981), quien además de ser la Secretaria General de la agrupación desde 2017, es jefa del bloque legislativo desde el inicio de la legislatura, en enero de 2020, así como una de las líderes de izquierda y de oposición más importantes de Guatemala.
En esta entrevista, Gutiérrez, abogada maya Pocomam, hace crítica y autocrítica sobre los vicios que han impedido a los partidos de izquierda y del movimiento social en Guatemala consolidar asociaciones estratégicas, programáticas y electorales para hacer frente a la alianza de elites empresariales, conservadoras y criminales, el “pacto de corruptos”, que ha cooptado a las instituciones estatales más importantes de la democracia para reducir los derechos de la población e instaurar un estado dictatorial.
¿Cómo evalúa su trabajo legislativo desde 2020?
Las condiciones en las que nos hemos movido durante estos tres años en el Congreso han sido muy hostigantes. Un clima de acoso absoluto hacia aquellos partidos que nos hemos denominado de oposición y en el caso particular de mi partido, que se ha identificado como un partido de izquierda, ya hemos enfrentado un bloqueo absoluto por parte de quienes hoy tienen el control del Congreso y del Gobierno en general.
A pesar de ello, además de generar debate y hacer planteamientos serios, hemos logrado denunciar y poner en evidencia al pacto de corruptos. Es decir, a Alejandro Giammattei [actual presidente] y a sus bloques aliados en el Congreso y, por supuesto, a los otros grupos que están haciendo gobierno con ellos. Me refiero al sector empresarial, al narcotráfico y al crimen organizado. Es vergonzoso que hayamos tenido en la Junta Directiva del Congreso a representantes de partidos vinculados con el narco.
Esto que les menciono es lo que hemos podido hacer, y no hemos podido hacer más porque somos una minoría. Yo he intentado, desde el momento en que tomamos posesión, hacer una alianza parlamentaria de oposición con los partidos de izquierda y progresistas y con algunos otros, para trabajar una agenda legislativa en común para beneficio del país. Lamentablemente, no hubo resultados. Pero creo firmemente que ese es el reto: la unidad es el principal desafío que debemos asumir las fuerzas que somos de izquierda, progresistas y democráticas.
¿Qué ha impedido concretar la alianza?
Hay varios factores. Lo primero, estamos muy dispersos. Y cuando digo “estamos” no me refiero solamente a los partidos de izquierda sino a todos los partidos de oposición. Cada partido tiene su propia agenda particular y no todos estamos dispuestos a anteponer una agenda común. Hay muchos intereses particulares que van más allá de la ideología. En la clase política de este país lo que prevalece es la ambición y el interés particular.
¿En esa apreciación incluye a partidos de izquierda y progresistas con representación en el Congreso como la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, Movimiento Semilla o MLP?
No. Me refiero a los partidos de derecha que son serviles a quienes les dan financiamiento. Respecto a los partidos de izquierda, creo que todavía nos hace falta madurez para echar a andar una agenda común de país. Pero en los partidos de izquierda también hay intereses sectarios, no lo voy a negar, y eso ha debilitado mucho sus fuerzas organizativas.
La URNG ha sido el único partido con el que hemos coincidido en impulsar objetivos en común. Ambos somos de izquierda y nos interesa la lucha contra la corrupción, en favor del desarrollo rural, la educación bilingüe y la defensa de los pueblos indígenas. Tenemos muchísimo en común y por eso es que vamos en coalición en el proceso electoral actual.
Semilla es un partido que no se identifica de izquierda y al que le causa cierta alergia estar cerca de nosotros. Al menos es lo que hemos visto en el Congreso, a pesar de que en algunos temas coincidimos. Y con el MLP, que sí está claramente identificado como un partido de izquierda, ellos [sus dirigentes] tienen una postura muy cerrada que ha impedido cualquier acercamiento. Entonces, a pesar de que hay coincidencias ideológicas que nos deberían unir, también hay intereses particulares que lo impiden. Y también debo reconocer que en todos los partidos hay fricciones internas que no terminan de superar rivalidades del pasado. Yo siento que nos hace falta muchísima madurez, principalmente a las dirigencias de nuestros partidos.
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