Defender la democracia como resistencia: las autoridades ancestrales como guardianas del cambio de gobierno en Guatemala

Entrevista a Omar Jerónimo, autoridad ancestral del pueblo Maya Ch’orti’, Guatemala, por Patricia Zapata, coordinadora de proyectos para Guatemala y Cuba, de la RLS.

Bernardo Arévalo, del partido Movimiento Semilla, ganó las elecciones generales en Guatemala hace unos meses, en agosto de 2023, poniendo en jaque al poder criminal y corrupto que se había instalado y adueñado de la institucionalidad democrática en el país. Arévalo, político honorable y progresista, les arrebató desde las urnas el control del Estado.

Desde que se conocieron los resultados de la segunda vuelta electoral, el 20 de agosto, que daban contundente victoria a Arévalo, el poder criminal y corrupto ha hecho todo tipo de acciones jurídicas para evitar que tome posición el nuevo gobierno, oficialmente el próximo 14 de enero de 2024.

Estas acciones, que incluyen la manipulación del sistema de justicia para “fabricar” delitos contra el partido Semilla y otros actores de la sociedad civil, han sido un montaje que no puede explicarse desde la lógica de un Estado de Derecho. Son posibles sólo a través de la cooptación del poder legislativo y judicial por parte de los grupos que hoy están en el poder. El denominado “pacto de corruptos” está dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para que no culmine la transición presidencial, porque con ello estarían perdiendo tanto el poder y sus privilegios, como arriesgando su libertad.

Estos hechos generaron una movilización social en Guatemala de dimensiones y profundidad nunca vistas: bloqueos en carreteras y ciudades, así como paros nacionales mantuvieron paralizado al país por más de 15 días, bajo la característica de ser fundamentalmente territorial desde la base. Lo más significativo de estas acciones es que fueron lideradas por las autoridades ancestrales de los diversos pueblos del país, marcando así un rumbo que asumió, desde los territorios, la población, mucha de ella no organizada. Recordemos que en Guatemala conviven 24 pueblos originarios que conforman alrededor del 50 por ciento de la población.

Que las autoridades ancestrales hayan marcaron el rumbo en la defensa de la democracia no es algo menor, por dos razones: en la medida en que a los pueblos indígenas, el Estado y la democracia guatemalteca no los representa, sorprende esta decisión de defenderla; porque las autoridades ancestrales difícilmente se habían involucrado en las coyunturas nacionales, ya que su función tradicional está en los territorios.

Tampoco existe una relación orgánica entre las autoridades ancestrales y el joven partido Semilla, sin embargo, la defensa del voto y la democracia en Guatemala que asumieron los pueblos originarios, coloca al eventual nuevo gobierno en una situación de deuda política con los pueblos. Si Bernardo Arévalo no lograra tomar posesión en enero, sería perder la oportunidad histórica de tener un cambio democrático real en el país.

Para aclarar con mayor profundidad estos temas, presentamos una entrevista con Omar Jerónimo, autoridad ancestral del pueblo Maya Ch’orti’, y dirigente de la Asociación Indígena y Campesina Ch’orti´ Nuevo Día (AND), organización aliada de la Oficina Regional en México de la Rosa Luxemburg Stiftung.

Prensa Comunitaria reportaba así la llegada de Bernardo Arévalo y Karin Herrera, el binomio electo, a la Corte de Constitucionalidad como parte de la Marcha por la Democracia (7 de diciembre, 2023): Fotografía de Prensa Comunitaria Km 169.

Omar, con las movilizaciones en las calles a favor del presidente electo se dio algo nunca visto en la historia reciente de Guatemala. ¿De qué manera, por qué razón, las autoridades ancestrales están liderando la lucha por una democracia que los ha excluido?

El Estado guatemalteco se ha negado a reconocer a las autoridades ancestrales e indígenas. Esto tiene que ver con los miedos racistas que existen en la sociedad guatemalteca, les aterra la posibilidad de un día ser gobernados por los “indios”, como nos llaman. Pero también las autoridades ancestrales no se reconocen como parte del Estado.

Cuando se habla sobre la corrupción o la violencia del Estado, algunas autoridades dicen: “ellos crearon ese estado criminal, ellos que lo compongan”, frase que muestra la distancia que existe entre el Estado guatemalteco y los pueblos indígenas. Las autoridades ancestrales sólo nos hemos involucrado en la vida nacional cuando consideramos que el riesgo que enfrentamos es que el país sea más desigual y criminal, y que esto pueda afectar la vida en los territorios indígenas con mayor fuerza.

En este tema podemos incluso comparar la situación de las autoridades ancestrales con la posición que toma la comunidad internacional frente a la dinámica política de nuestro país, tanto en el pasado como en la actualidad. En este momento, que las élites políticas, económicas y criminales del país están poniendo en riesgo la institucionalidad y la democracia, y por tanto poniendo en riesgo los intereses y la seguridad del hemisferio, entonces sí se manifiestan, llaman la atención, lanzan advertencia e incluso sanciones a los actores involucrados.

Esto mismo está pasando con las autoridades indígenas ancestrales de los pueblos mayas, xinkas y garífunas.  Las autoridades hemos visto que las acciones abusivas y criminales de estos grupos van a poner en un riesgo aún mayor la vida de los pueblos indígenas, y eso amerita que nos involucremos en la defensa de la democracia del Estado guatemalteco, aun cuando nos haya excluido. Hoy estamos defendiendo esa democracia, no porque seamos parte de ella, sino porque estamos viendo el riesgo que representa para todos los pueblos indígenas dejar que avancen los objetivos golpistas, criminales y corruptos. Es decir, defendemos la democracia no por ser nuestra, sino porque vemos riesgo para la vida nuestra.

Creo que Feliciana Herrera, Alcaldesa indígena del Pueblo Ixil, lo expresó claramente en una de sus declaraciones públicas: “esta democracia no es nuestra, pero ahora la hacemos nuestra porque la estamos defendiendo”.

¿Cuál es la naturaleza de las autoridades ancestrales de los pueblos indígenas en Guatemala?

En Guatemala se tiene conocimiento de al menos 30 mil autoridades indígenas. Unas más comunales, otras de estructuras territoriales, pero todas consideradas, si podemos hacer el simil, como pequeños gobiernos de nacionalidades –Mayas, Xinkas y Garífunas– que se resisten a ver al Estado guatemalteco como un todo. Además, no lo ven como un Estado propio, sino como un Estado al cual no pertenecen, lo que genera un clima de tensión permanente. A lo largo de la historia, en diferentes momentos, los pueblos indígenas hemos exigido un diálogo y una coordinación entre el Estado guatemalteco y las estructuras de los pueblos.

Las autoridades indígenas y las comunidades –mayas en su mayoría– no reconocen al Estado y éste, a su vez, niega la existencia de los pueblos indígenas. Esto es así desde hace por lo menos 200 años, desde la independencia de la corona española (1820). Si revisamos la historia, en tiempos de la Corona, España reconocía la existencia de los pueblos indígenas, sus propias formas de gobierno y sus territorios. Esto no fue un proceso natural sino producto de los constantes levantamientos de los diversos pueblos en diferentes espacios físicos y temporales en la vida de la colonia, lo que se conoce como “Motines de Indios”, tal y como lo recoge el historiador Severo Martínez Peláez. Hay muchos ejemplos de este reconocimiento, quizás el más claro es que en los primeros registros de propiedad estaban establecidos los títulos de tierras comunales a nombre de “los comunes”, “común de naturales” o “vecinos”, tal y como están los títulos de los ch’orti’.

Las autoridades ancestrales tienen diversas formas para ser electas, puede por el nahual de nacimiento de la persona, por aclamación en asambleas comunitarias, o por otras formas más recientes como la votación. Cada comunidad decide cómo elige a su autoridad y el tiempo que dura este mandato. Esto también da diversas naturalezas a las autoridades, hay autoridades políticas, espirituales, médicas, de justicia, es decir, todas las formas que pueden conducir las instituciones propias de cada pueblo.

¿Cuáles son las principales características de estas autoridades?

La principal característica es que son consultivas, es decir, que la toma de decisiones no es unilateral, sino en consejo. Las autoridades son personas que son un ejemplo social, en español diríamos intachables, por tanto gozan de credibilidad ante la comunidad a quienes se consulta, y esto les permite que su aplicación de justicia y sus resoluciones sean aceptadas. Un ejemplo de esta legitimidad es que, cuando convocaron a la población a grandes movilizaciones, la población respondió.

Aunque existen diversas organizaciones indígenas comprometidas en el país, es la primera vez que las autoridades ancestrales intervienen de esta manera ante la política de Estado. ¿Qué marca la diferencia ente el actuar de las organizaciones indígenas y las autoridades ancestrales?

Es importante decir que la principal diferencia es que las autoridades indígenas son estructuras milenarias elegidas por las comunidades, en donde participan niños, jóvenes, mujeres, ancianos, es decir la totalidad de la población. Otra, es que son propias de los pueblos indígenas y tienen una estructura que está enfocada a la gobernanza territorial, es decir, son garantes de la administración de los bienes naturales, de justicia y del territorio.

En cambio, las organizaciones indígenas son relativamente nuevas y toman estructuras propias de la visión occidental, funcionan en su mayoría con las reglas que define el Estado. Si vemos los últimos cien años en Guatemala, encontraremos que las organizaciones indígenas se han centrado en que el Estado reconozca los derechos de los pueblos indígenas dentro de su legislación y la vida diaria. Y también hay otras que incluso fueron parte de los movimientos armados revolucionarios en el país. Es decir, que, aunque promueven y defienden los derechos de los pueblos indígenas, no pueden administrar justicia o asumir la gobernanza de los territorios indígenas, porque no están legitimadas por las comunidades indígenas para hacer esto. Son organizaciones indígenas, con reivindicaciones para los pueblos indígenas, pero no son autoridades ancestrales porque no tiene el proceso comunitario que valida esto.

Incluso hay que mencionar que cuando estas organizaciones han intentado jugar el papel de las autoridades indígenas, la tensión has ido tal que incluso han provocado su expulsión de los territorios y las comunidades. Esto, porque aun cuando están representadas por indígenas no son autoridades mayas reconocidas por los pueblos.

Después de la firma de los Acuerdos de Paz entre el gobierno, el ejército y la guerrilla, las organizaciones indígenas se impulsaron con una mayor fuerza y dinamismo, pero para temas específicos vinculados al desarrollo, a proyectos productivos, a infraestructura, a derechos humanos etc. A pesar de este importante papel, es importante entender que no pueden sustituir a las autoridades ancestrales.

La cooperación internacional ha impulsado a estas organizaciones indígenas a través de apoyos que han sido muy importantes, y por eso son más conocidas y existe mayor información de ellas que de las autoridades indígenas, a pesar de que éstas son fundamentales en la vida de los pueblos y la organización territorial.

Aunque esta democracia no sea el suya ¿cuáles son las expectativas frente al nuevo gobierno y a la situación de Guatemala?

Pase lo que pase, existe un proceso educativo colectivo en Guatemala. Ahora mismo los no indígenas conocen más de los pueblos indígenas y de la existencia de las autoridades ancestrales. Este hecho es un gran avance en el país, ya que la población mestiza y ladina no ha reconocido nunca la multiculturalidad guatemalteca.

Es decir, cuando pase el riesgo en el que está el sistema democrático y asuma el nuevo gobierno su mandato, que esperamos así suceda, y cuando las autoridades ancestrales regresen a su vida cotidiana a seguir con su papel en el territorio, ya en el imaginario colectivo guatemalteco estará posicionada la imagen de los pueblos indígenas como actores capaces de defender una institucionalidad. Aunque no es nuestra, asegura un mínimo de estabilidad para la población, posiblemente mayor para los no indígenas, y logramos tener una mayor representación.

Si el gobierno entrante es sabio, tendrá que trabajar para crear una relación más cordial con los pueblos Mayas, Xinkas y Garífunas. Tendrá la enorme oportunidad de ser un gobierno que represente a la unidad guatemalteca en su diversidad, en sus múltiples colores, olores, sabores y sabidurías, y sólo así se podrá avanzar en la construcción de un Estado moderno, democrático y plural.

Mi mayor expectativa personal es que este proceso de cambio de gobierno, que está siendo traumático, tenga como resultado positivo la posibilidad de una nueva forma de hacer gobierno, que necesariamente tenga un rostro pluriétnico.

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