Esta semana se ratificó la lamentable noticia del triunfo de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos. Esta definición se dió a través del último paso formal del Colegio Electoral de EU, posterior a las elecciones del 8 de noviembre de 2016. Desde la Rosa Luxemburg Stiftung lamentamos la noticia y compartimos un artículo de Sanjuana Martínez, quien escribe acerca de este tema para la RLS-México, agradecemos ampliamente su colaboración especial.
Donald Trump: incertidumbre y miedo ante el nuevo panorama socia
Por * Sanjuana Martínez, México, 21 de diciembre de 2016
El futuro de millones de personas que residen en Estados Unidos se presenta incierto y ante graves e inminentes riesgos, por la llegada del presidente electo, Donald Trump, quien jurará su cargo el 20 de enero de 2017.
El inesperado resultado, luego del fracaso de las encuestas y los pronósticos, sigue generando polémica y todo tipo de protestas. El cuestionado triunfo del empresario republicano ha sido criticado porque obtuvo su victoria, gracias al complejo sistema electoral estadounidense, en donde el voto popular no elige al presidente, sino el Colegio Electoral integrado por 538 compromisarios, es decir, las personas delegadas electas, de todos los estados.
A pesar de que la ex candidata presidencial demócrata, Hillary Clinton, ganó el voto por más de dos millones de votantes, el magnate inmobiliario se impuso con un número mayor de electores en el Colegio Electoral, lo cual sigue generando severas críticas y dudas sobre el sistema de Estados Unidos.
Semanas después de las elecciones del 8 de noviembre, aún continuaba el recuento de votos y la impugnación de resultados en estados clave como Wisconsin, Michigan y Pennsylvania, bajo la sospecha de irregularidades, ya que según los expertos, Hillary Clinton recibió un 7 por ciento menos de votos en los condados que dependían de máquinas de votación electrónica, las cuales podrían haber sido hackeadas desde el extranjero.
La polémica persigue a Donald Trump, quien ganó las elecciones contra todo pronóstico, en base a un discurso simple y elemental de odio contra los inmigrantes; un discurso antiinmigrante, racista, populista y machista que incluyó insultos, exabruptos, amenazas y sobretodo, la utilización del miedo como método electoral.
Incertidumbre social
La preocupación ante la llegada de Donald Trump a la presidencia aumenta entre la población más vulnerable. En su discurso sobre políticas migratorias, Donald Trump dejó en claro sus intenciones en torno a esos 11 millones de inmigrantes indocumentados.
Primero, puso en duda que fueran 11 millones, cifra que desde el 2009 se mantiene según diversos informes de instituciones oficiales y organismos no gubernamentales: “Honestamente, hemos estado oyendo ese número por años, siempre es 11 millones. Nuestro gobierno no tiene idea, podrían ser 30 millones. No tienen idea de cuál es el número”.
Pero el Center for Migration Studies (CMS) insiste en la cifra de 11 millones de indocumentados y los ubica viviendo en su mayoría en diversos estados: 2.6 millones en California; 1.7 millones en Texas; más de 800 mil en Nueva York, y 700 mil en Florida.
La población indocumentada mexicana alcanza los 5 millones de personas. Y con Trump, dos programas fundamentales están en peligro: Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) y el Estatuto de Protección Temporal (TPS). Durante el gobierno de Barack Obama, ambos significaron disminuir las deportaciones masivas para algunos sectores de migrantes y permitieron acoger a refugiados y desplazados a consecuencia de fenómenos naturales o violencia.
¿Qué pasará con los dreamers? Gracias al DACA que entró en vigor en junio de 2012, se canceló temporalmente la deportación de migrantes jóvenes que llegaron antes de su mayoría de edad, los llamados dreamers, a quienes se les otorgó el permiso para trabajar durante dos años con posibilidad de renovación. Alrededor de 700 mil jóvenes obtuvieron protección y ahora esos mismos beneficiados se convertirán en los más indefensos.
Con Donald Trump en la presidencia, los dreamers se convierten automáticamente en población vulnerable, ya que el gobierno estadounidense cuenta con sus datos personales, incluyendo su dirección, por lo tanto, pueden ser inmediatamente localizados y deportados.
Durante su campaña electoral, el presidente electo de Estados Unidos advirtió que eliminaría el DACA y después de su victoria simplemente señaló que “trabajaría algo” a favor de la situación de los dreamers, pero mantuvo un discurso confuso al respecto.
Greisa Martínez, directora de United We Dream, el grupo más grande del país de dreamers, advirtió que no permitirán que Trump los favorezca a ellos, pero penalice a sus familias: “Lucharemos para defender DACA y asegurarnos que cientos de miles de jóvenes sigan protegidos, pero nunca permitiremos que se “negocie algo” para nosotros, que pueda servir de pretexto para hacer deportaciones masivas o para crear un registro de musulmanes”.
Los dreamers no son el único sector de indocumentados que se encuentra preocupado por el futuro incierto a partir del 20 de enero cuando Trump ocupe su cargo. El presidente electo de Estados Unidos ha advertido con su característico discurso racista que deportará a todos los indocumentados. La población que se encuentra en esta situación desde hace años, tema ahora a las redadas en fábricas y lugares donde trabajan indocumentados.
El discurso racista de Trump ya ha generado episodios de violencia contra los inmigrantes, particularmente contra hispanos y musulmanes. A ese discurso xenófobo hay que agregarle la homofobia, y el incremento de ataques a la comunidad gay.
También los migrantes acogidos en el Estatuto de Protección Temporal (TPS por sus siglas en inglés) serán afectados. Este programa beneficia a migrantes de países que han sido damnificados a causa de fenómenos naturales o conflictos bélicos. En este momento atiende a 300 mil migrantes de 13 países y seguramente será sometido a recortes, según lo anunciado por Trump. Además, ha dicho que pretende la suspensión de algunas visas y la implementación de un nuevo sistema de visados. Asimismo, quiere eliminar los empleos destinados a migrantes.
Hay que recordar que durante el gobierno de Barack Obama 2008-16, Estados Unidos deportó a más de 2.8 millones de indocumentados, algo que podría empeorar considerablemente con Trump, según señalan Alejandra Castañeda y María Dolores París, de El Colegio de la Frontera Norte, autoras del informe Contexto migratorio postelectoral en Estados Unidos y Respuestas desde México”.
“Según lo que dijo Trump durante su campaña y después de su elección, es probable que sus primeras decisiones al llegar a la Casa Blanca sean la cancelación de programas que dependen del ejecutivo y que durante la presidencia de Barack Obama permitieron aliviar las deportaciones masivas”.
Trump advirtió que en sus primeros 100 días de gobierno iniciará un programa de deportaciones masivas contra unos 3 millones de “extranjeros criminales” (criminal aliens). La embestida antiinmigrante de Trump contempla eliminar la prórroga de la sobre deportaciones e incluso la expedición de permisos de trabajo temporales. Y dejó claro que irá contra las ciudades santuarios para los migrantes, cancelándoles a sus alcaldes los fondos federales.
El presidente electo de Estados Unidos quiere que los alcaldes de estas ciudades como Bill De Blasio, en Nueva York; Rham Emanuel, en Chicago; Ed Murray, en Seattle; Jorge Elorza, en Providence (Rhode Island); Ed Lee, en San Francisco y Eric Garcetti, en Los Ángeles, se unan a su cruzada antiinmigrante bajo amenaza de retirarles los fondos federales. Pero algunos de ellos ya han manifestado su rotundo rechazo al discurso racista y xenófobo de Trump.
En una conmovedora conferencia de prensa, Bill De Blasio advirtió que no está dispuesto a deportar inmigrantes: “No vamos a sacrificar al medio millón de personas que viven entre nosotros y que son parte de nuestras comunidades, cuyos familiares y seres amados son en muchos casos residentes permanentes o ciudadanos. No separaremos familias”, dijo al prometer que su gobierno no compartirá con las autoridades federales, la lista de inmigrantes indocumentados que poseen la credencial de identificación local, y señalar que se negará a cualquier intento del nuevo gobierno de Trump, de limitar los derechos reproductivos de las mujeres o modificar el sistema de salud.
Las ciudades consideradas santuario para los inmigrantes, son: San Diego, Los Ángeles, San Francisco, Miami, Seattle, Houston, Phoenix, Austin, New Jersey, Dallas, Washington D.C., Detroit, Salt Lake City, Minneapolis, Chicago, Baltimore, Portland (ambas Maine y Oregon), Denver, New York City y Chicago.
México, la peor parte
La retórica xenófoba y antiinmigrante de Donald Trump está dirigida particularmente contra México. Más de 5 millones de indocumentados residentes en el vecino país, son mexicanos y el presidente electo de Estados Unidos no ha escatimado amenazas ni insultos.
El anuncio de las próximas acciones de Trump incluye la construcción de un muro que, según él, pagarán los mexicanos. En su discurso antiinmigrante en
Phoenix, Arizona, horas después de visitar México y ofrecer una conferencia de prensa con Enrique Peña Nieto, aseguró que los mexicanos no sabían que iban a absorber el costo de la construcción del muro que asciende a 10 mil millones de dólares.
“Amo a los mexicanos, pero México no es nuestro amigo”, dijo Trump refiriéndose a los 120 millones de habitantes y a los 30 millones de personas de origen mexicano que viven en Estados Unidos. En su primer evento de campaña se refirió a los mexicanos residentes como “violadores” y “criminales”.
Las remesas de los migrantes significan un importante ingreso para México, pero Trump anunció que modificara el sistema para que dentro de la ley antiterrorismo cortar los envíos de dinero a México, esto representaría más de 25 mil millones de dólares.
No es la única medida antimexicana planeada por Trump, también anunció que emprenderá una guerra comercial para aumentar en un 45 por ciento las tarifas de productos mexicanos importados al vecino país. Esto repercutiría particularmente al país, ya que Estados Unidos es el primer socio comercial de México. En el ámbito financiero, el triunfo de Trump repercutió directamente en el debilitamiento del peso frente al dólar.
Su animadversión contra los mexicanos ha quedado clara luego de los primeros nombramientos que ha hecho para conformar su gabinete de gobierno. Su asesor en inmigración es Kris Kobach, autor de la ley SB 1070 de Arizona y del concepto de la “autodeportación”, para reducir la presencia de migrantes indocumentados y reforzar la seguridad en lo que considera una “porosa” frontera con México a través de sistema de vigilancia con drones, video y detectores de movimientos.
Igualmente, Trump demuestra su hostilidad hacia México con la designación del general retirado del Cuerpo de Infantes de Marina, John Kelly, como secretario de Seguridad Interior y máximo responsable de la vigilancia de la frontera.
Activistas y organizaciones no gubernamentales se han unido para alzar la voz contra la embestida del presidente electo de Estados Unidos. El luchador social, el sacerdote católico Alejandro Solalinde, defensor de personas migrantes dijo en conferencia de prensa:
“No debemos mostrar resignación frente Trump, él es un hombre pasajero, efímero. Ese hombre que dice que será el más poderoso de la tierra es flor de un día porque su gobierno ¿cuánto va a durar? Cuatro años o máximo ocho años. El efecto Trump debe generar que las comunidades se unan, él solo va a generar una migración con más fuerza, porque si a los migrantes los sacan por una puerta, se van a meter por otra. Existe una fuerza en nuestros hermanos y creo que no todo está perdido, tenemos que estar organizados”.
La relación comercial entre México y Estados Unidos también se verá afectada. Trump considera esta relación como una “pérdida masiva” y dijo en una entrevista que concedió a The New York Times que tomará medidas contra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN):
“Si no obtengo cambios, eliminaría el TLCAN sin pensarlo. El TLCAN lo firmó Bill Clinton y quizá se trata del peor acuerdo comercial firmado en la historia de este país. Es el peor acuerdo comercial que se ha firmado en la historia de este país y uno de los peores acuerdos comerciales que se han firmado en cualquier parte del mundo… El TLCAN ha drenado la manufactura de estados como Nueva York, Pensilvania, Ohio y muchos otros lugares. Se acabó. Y esas empresas se han ido a México; se han ido con los empleos y todo”.
La idea de Trump es imponer un impuesto del 30 por ciento a exportaciones mexicanas a través del ajuste en el TLCAN, una decisión que podría ser devastadora para México porque lo llevará a una recesión económica similar a la de 1994.
El presidente electo de Estados Unidos está empeñado en conseguir más empleos para los estadounidenses y por eso intenta convencer a las empresas para que permanezcan en su país, como en el caso de Carrier. El Día de Acción de Gracias, tuiteó que se puso en contacto esa empresa, luego de que anunció su decisión de trasladar alrededor de mil 400 puestos de trabajo de Indiana a México.
Para lograrlo, Trump está dispuesto a todo, incluso a crear un impuesto sobre los equipos fabricados en México y vendidos en Estados Unidos: “Estoy trabajando duro, incluso el Día de Acción de Gracias, tratando de que Carrier A.C. Company se quede en Estados Unidos…ESTAMOS AVANZANDO: ¡Se sabrá pronto!”, escribió en su cuenta de Twitter.
La preocupación de mujeres y hombres mexicanos en torno a la eminente llegada del nuevo presidente de Estados Unidos está bien fundamentada. El recuento de las frases célebres de Donald Trump contra México y los mexicanos, es ya interminable y anuncia lo peor. Va una muestra de su incontinencia verbal aguda:
“México no es nuestro amigo”; “No quiero nada con México más que construir un muro impenetrable y que dejen de estafar a Estados Unidos”; “No hagan negocios con México”; “No me voy a disculpar de lo que dije de México”; “El sistema jurídico mexicano es corrupto, como es gran parte de México”; “México está ahogado económicamente a Estados Unidos”; “Construiré un gran muro en nuestra frontera sur y haré que México pague por él…”
*Sanjuana Martínez, es periodista mexicana especializada en derechos humanos, migración, violencia contra la mujer y en cobertura de crimen organizado. Autora de una docena de libros, el último: Soy la dueña: una historia de poder y avaricia, sobre la primera dama de México.