No están solas: trabajadoras domésticas en México y su lucha por un trato justo

La película mexicana Roma logró reabrir una lucha que comenzó hace cerca de veinte años en la Ciudad de México: que el cuidado del hogar sea considerado como un trabajo a nivel legal y que, por tanto, motive un cambio en la forma de contratación y cumplimiento de los derechos correspondientes. Entre las organizaciones enfocadas en estas demandas se encuentra el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), que ha ido agrupando a trabajadoras domésticas en la Ciudad de México.  Ellas son parte de una lucha global que hoy ha logrado tener un Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, celebrado el 30 de marzo de cada año. Este año queremos hacer una actualización sobre el tema que incluye la promesa del gobierno entrante de la ratificación el Convenio 189 de la OIT.
 
Por: Nieki Samar
Practicante voluntaria de la oficina Rosa Luxemburg Stiftung México 
 
Cuarenta años después de la época que retrata Roma, en México la condición del trabajo doméstico no ha cambiado: miles de mujeres, la mayoría jóvenes y migrantes, que además de limpiar, cocinar, servir la comida y lavar ropa, terminan involucradas en la crianza de bebés y niños, el cuidado médico de personas de la tercera edad y mascotas, en una intimidad tal que pronto reciben el nombre de “miembros de la familia”, si bien, la realidad del trato dista mucho de ello.
 
Por ello, desde las organizaciones enfocadas en reformas laboras es posible hacer otras lecturas de esta película de Alfonso Cuarón: Roma “es una hipocresía”, relata una trabajadora que forma parte de CACEH en un reportaje corto preparado por Al Jazeera en Español en los días previos a la entrega del Oscar de este año. Silvia Ramírez, parte de este centro de apoyo agrega: “Pero si soy de tu familia, porque me tienes haciendo el trabajo sucio que a usted no les gusta hacer?”. Las relaciones entre las trabajadoras domésticas y sus empleadores son ambivalentes. Los comentarios en redes sociales en torno a la historia de Cleo ha servido para repensar este tema desde al menos tres ejes: trato de confianza que oculta maltrato y violencia, la falta de seguridad social y derechos laborales y el racismo. Al tiempo que el nuevo gobierno federal ha prometido ratificar el Convenio Nº 189 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre trabajo digno para las trabajadoras domésticas, documento firmado hace casi ocho años, el 16 de junio de 2011.
 
De sirvientas a trabajadoras
 
Se calcula que hoy existen, a nivel mundial, 67 millones de personas dedicadas al trabajo doméstico. La gran mayoría son mujeres, indígenas o menores de edad, “muchas de ellas se encuentran en condiciones de mayor vulnerabilidad por su origen étnico, por su estatus migratorio y que viven en condiciones precarias. Todas estas dimensiones las mantienen atrapadas en un contexto de desigualdad motivado por la falta de reconocimiento y valoración”, señalaba Oxfam México, una de las organizaciones internacionales que se ha sumado a revisar este tema en nuestro país, en un comunicado de 2017.
 

  • Una de cada cinco mujeres comenzó a trabajar siendo menor edad, en parte la razón por la que la mayoría sólo tienen algunos años de educación, por lo general hasta primaria. Muchas mujeres con raíces indígenas abandonan el campo y llegan a la ciudad para trabajar.
  • Hablar una lengua indígena o el español como segunda lengua es una razón para otras formas de discriminación y burla, donde las patronas asumen cierta jerarquía, además, de educadoras. En Roma, los diálogos en mixteco están restringidos a los espacios compartidos por Cleo y su compañera de trabajo. Esa confinación refleja la represión que sufren los derechos de los pueblos indígenas, incluidos sus derechos lingüísticos.
  • También el INEGI publicó un estudio en el que demostró que el color de la piel afecta directamente el trabajo que tienes o el nivel escolar que alcanzaste.

 
Eres como de la familia
 
Lo que algunos patrones todavía no entienden es que no les hacen un favor a las trabajadoras si les dan un trabajo mal pagado y sin prestaciones sociales, porque solo resulta en una forma de esclavitud moderna. Las trabajadoras del hogar no buscan ser adoptadas por las familias donde trabajan porque ser consideradas como parte de la familia anula los derechos por cuales luchan. Así las trabajadoras están expuestas a jornadas largas, ninguna seguridad, abusos e incluso acoso de sus empleadores, lo cual a su vez significa un alto grado de vulnerabilidad. Además, la complicada relación de confianza en estas situaciones ambivalentes puede llevar un abuso de autoridad de los empleadores. Más bien, las trabajadoras buscan un trabajo justo y digno donde puedan trabajar en condiciones humanas y cuidarse a sí mismas y a sus familias.
 
Según las Naciones Unidas, 78% de las trabajadoras domésticas en América Latina y el Caribe trabajan de manera informal. Es un sector invisible dónde las condiciones del trabajo no solo son precarias, sino más catastróficas. Sin derechos, sin contrato del trabajo, sin beneficios y con días largos de trabajo sin vacaciones. Sólo 5% de las trabajadoras domésticas tienen un contrato escrito y en su gran mayoría, no gozan de seguridad social. En México, aproximadamente 2.4 millones personas trabajan en este sector, 95% de cuales son mujeres y la mayoría reciben salarios tan bajos que no les alcanza para satisfacer sus necesidades básicas. Así que es desvalorizado porque el trabajo de las mujeres, carece de valor y esta precarización del trabajo es una forma particular de violencia de género.
 
La cabeza de CACEH, Marcelina Bautista, reacciona positivamente a la película y la considera como el primer paso hacia obtener la igualdad en condiciones laborales. Ella junto con la actriz Yalitza Aparicio quiere hacer visible lo invisible, comenzando por no aceptar las malas condiciones del trabajo doméstico en México: “Lo que nosotras queremos, es lo que cualquier trabajador tiene. Seguridad social, vacaciones, aguinaldo, días de descanso, trato digno y salario justo.”
 
El Convenio 189 y el programa piloto de seguridad social
 
Aunque muchos países han firmado y ratificado el Convenio para mejorar las condiciones del trabajo, México se ha quedado un poco atrás posponiendo un marco legal que permite nombrar al cuidado y limpieza del hogar como “trabajo”. Recién el año pasado, en diciembre de 2018, el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador prometió mandar al Senado el Convenio 189 para su ratificación.

Uno de los comunicados de CACEH sobre la ratificación pendiente explica“esto permitirá que los y las trabajadoras del hogar cuenten con un marco jurídico con el que incidirán para hacer valer sus derechos en cada país, especialmente en México.” Ese mismo mes, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó que se mejorara la protección social de las trabajadoras domésticas en México, dado que “no existe alguna razón constitucionalmente válida por la cual la Ley Federal del Trabajo y la Ley del IMSS excluyan el trabajo doméstico del régimen obligatorio de seguridad social, lo cual provoca una discriminación injusta contra dichas trabajadoras”. Además ordenó el establecimiento de un programa piloto para desarrollar un sistema que está diseñado a favor de las personas con trabajo doméstico que se ejecutará desde el 31 de marzo de 2019 del IMSS.
 
Se trata de un esquema distinto en el cual las trabajadoras domésticas tendrán derecho al servicio de atención médica, pensiones, guarderías y les da los mismos derechos que otros trabajadores ya tienen. El IMSS evaluará, si fuera necesario, generar algún tipo de sanciones para patrones que se nieguen a asegurar a sus trabajadoras. Dentro de 18 meses después del inicio del programa piloto, el IMSS debe proponer las modificaciones legales necesarias para implementar una seguridad social para trabajadoras domésticas al Congreso. En un período de tres años, todas las trabajadoras domésticas en el país de México se integran al sistema de seguridad social existente.
 
El sistema debe resultar de fácil implementación para los patrones y no puede ser de carácter voluntario, sino obligatorio. Por eso el programa piloto es un avance importante, pero aún falta hasta que el cumplimiento de todos los derechos de las trabajadoras domésticas sea una realidad.
 
30 de Marzo, Día Internacional de las Trabajadoras Domésticas
 
Más allá del éxito de Roma y los premios recibidos, quizá lo más valioso es que en México y Estados Unidos, el hecho de que una mujer de familia indígena se haya insertado en las filas de Hollywood ha provocado una diversidad de posturas y conversaciones alrededor del racismo, el clasismo  e incluso la protección de las lenguas indígenas o la equidad de género. Fuera de la pantalla, resulta claro que el respeto a los derechos de las trabajadoras domésticas no deber depender de los patrones, sino del compromiso del Estado con la situación, hoy reclamado por diversas organizaciones nacionales e interacionales como  SINCACTRAHO, el Instituto de Liderazgo de Simone de Beauvoir, Women in Informal Employment: Globalizing and Organizing (WIEGO), Hogar Justo Hogar y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED).
Roma resulta una visión simple de la vida de las trabajadoras domésticas ocultas en miles de casas, debido a  las condiciones de injusticia y racismo. Cuando al terminar la película creemos que retrata un México que ya no existe, una ciudad en blanco y negro que hemos dejado detrás, el tema del trabajo doméstico reaparece para recordarnos que nada desaparece, sólo hay cosas que se ocultan durante largo tiempo y toma décadas que se hagan visibles.
 
Ante la migración de las mujeres jóvenes: conciencia del racismo estructural en la sociedad mexicana.
Ante la jerarquía del trato entre patronas y empleadas: Conciencia de lealtad entre mujeres.
Ante el silencio: organización, voz y exigencia
 
#C189YAFotografía: Jean Marc Ferré. Presentación de Roma en Génova, 7 de marzo de 2019. En el centro Yalitza Aparicio, actriz principal de la película;
Claire Hobden (a la izquierda), de Vulnerable Workers, International Labour Organisation; Marcelina Bautista (a la derecha), secretaria general de CACEH.
Tomada del acervo de la ONU Génova en Flickr. Bajo Licencia Creative Commons BY-NC-ND 2.0

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