Los trabajos premiados en la quinta edición del Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter, cuya convocatoria se centró en las acciones ciudadanas por la paz social, reflejaron aún más el malestar y el descontento de la sociedad civil en un clima crítico de violencia en México; lograron desentrañar la densidad de las vivencias de las víctimas de la violencia y de la impunidad en México, dando así otra cara de la resistencia que exige hasta las últimas consecuencias la justicia que aún no llega.
Los tres ganadores concuerdan con sus reportajes y a través de sus reflexiones, en que el periodismo necesita momentos para cuestionarse ¿cómo se abordan los reportajes? Ante el contexto nacional, ¿qué podemos hacer (los periodistas) además de cronicar el dolor? “Nosotros no elegimos ser periodistas para repetir palabras huecas, sino para mover a la gente”, enfatizó Thelma Gómez, de El Universal, ganadora del segundo lugar con el reportaje Cherán mantiene firme la lucha por sus bosques.
Marcela Turati, quien fue galardonada con el primer lugar por sus reportajes Desaparecidos, la epidemia y Unidas por los desaparecidos, llegó a un punto crítico en su carrera como periodista cuando se preguntaba por qué la gente ya no quería enterarse más y no encontraba respuesta alguna desde su posición como reportera especializada en víctimas de la violencia.
La reportera de la revista Proceso decidió acompañar a las mujeres de Coahuila que se organizaron en una marcha al Distrito Federal, con el objetivo de encontrar a sus familiares desaparecidos. Las mujeres al frente, “colectivizando la maternidad e investigando con sus propios medios”.
El papel protagónico de las mujeres fue un factor común entre los trabajos ganadores que dan cuenta de la organización y la movilización dentro de estas historias manchadas de impunidad.
Así lo testifica el reportaje de José Gil Olmos, titulado Mujeres en la Caravana por la Paz: “nos mataron el miedo”, espacio en donde escribe que “ante la indolencia gubernamental, estas mujeres se han convertido en investigadoras policiales porque tienen detectados los patrones que siguen autoridades y criminales para secuestrar a sus familiares e incluso han elaborado un mapa de las rutas que siguen, los puntos más peligrosos, y hasta sitios que presumen son lugares a donde los llevan para, a base de drogas y torturas, someterlos e integrarlos a sus ejércitos de sicarios e informantes”.
Otra experiencia de organización por la paz y la defensa de la comunidad sucede en el poblado michoacano de Cherán, en el momento de unirse alrededor de un vocablo purépecha: Jarojpikua, que como concepto quiere decir “ayudarse unos a otros”, modelo fundamental para el fortalecimiento de los lazos comunitarios de los habitantes del lugar, amenazado por los talamontes ilegales, pero que se mantiene firme con el propósito de defender sus tierras y “lograr justicia para sus desaparecidos y muertos”, como describe Thelma en su reportaje.
En el acto de premiación, el también reportero de Proceso, afirma que los “periodistas deben ser la voz de la tribuna, deben ser provocadores profesionales”, haciendo referencia la necesidad de “acercarse a los ciudadanos y reinventar las formas de contar historias”, de la que Thelma Gómez habló en la ceremonia de entrega del Premio en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
El premio al primer lugar fue entregado de manos del embajador alemán en México Edmund Duckwitz, representante de la comitiva alemana responsable de la organización del Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter, comprendida por la Embajada de Alemania en México, el Insituto Goethe, la Konrad Adenauer Stiftung, la Heinrich Böll Stiftung, la Rosa Luxemburg Stiftung, la Friedrich Ebert Stiftung, la Friedrich Naumann Stiftung für die Freiheit y la Cámara Mexicano-Alemana de Comercio e Industria.