Desde el pasado 11 de julio hemos tenido una avalancha de información sobre la situación que se está viviendo Cuba, donde por primera vez desde 1959, año del triunfó de la revolución, un sector de la población ha salido a las calles para manifestar su descontento. Uno que tiene varios y diversos motivos, pero en cuyo fondo subyace la insatisfacción ante la problemática real de lograr el abasto básico en medio del bloqueo estadounidense que impide agenciarse de recursos. La pandemia agudizó esto y luego los brotes de casos desbordaron el sistema sanitario, una situación inédita que coadyuvó al descontento y a una preocupación mayor.
En aras de proporcionar información que amplie la mirada sobre esta realidad, la oficina en México de la Rosa Luxemburg Stiftung retoma este texto de Julio Carrasco Valdés, académico cubano y doctor en ciencias económicas, centrado en explorar el contexto actual desde una perspectiva crítica constructiva. Publicado originalmente en redes sociales, esta versión contiene algunos cambios que consideramos ayudan a su lectura para un público más amplio.
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Vivir, pensar y luchar en una coyuntura compleja
La historia es todo el tiempo, pero hay momentos de definiciones, donde la historia condensa sus contradicciones y los acontecimientos se precipitan, a veces en el sentido del progreso, a veces en el sentido del retroceso, son múltiples los factores que dan lugar a esos instantes, lo mejor es vivirlos con la mayor conciencia de lo que está pasando y poner los esfuerzos propios a contribuir para que la vorágine se mueva en la dirección que se cree correcta, ese es el desafío de los seres humanos comprometidos con un determinado sentido de la historia. Cada quien carga con la responsabilidad y consecuencia de sus acciones.
Hace tiempo muchos venimos insistiendo en la urgente necesidad de avanzar en los cambios que necesita Cuba y que finalmente dejaron de ser propuestas encerradas en polémicos textos académicos para, no en su totalidad pero si en su esencia, convertirse en acuerdos de la sociedad y del partido de gobierno, ahí están la nueva Constitución y el documento de la Conceptualización, para sólo citar dos textos cumbres, darle total vida a estos acuerdos magnos es una necesidad aún en medio de la tremenda complejidad del momento actual y del tiempo que se ha perdido.
Por mi parte he expresado en varios textos, entre otras, las dos siguiente ideas: 1) los cambios necesarios (mil veces expuestos y debatidos) son incluso un asunto de seguridad nacional; 2) el tiempo es una variable crítica.
Como demuestran los acontecimientos recientes, la situación es muy compleja y el impacto de la pandemia deja márgenes de acción más estrechos, pero a pesar de esto y del bloqueo genocida hay que actuar con imaginación, con audacia, con flexibilidad y con firmeza. Si alguien afirma que no hay recursos para tales cambios la respuesta es que precisamente (entre otras cosas) para obtener recursos es necesario avanzar en los cambios.
Una de las claves principales de la situación actual está en la economía, el sistema económico actual es obsoleto, limita las capacidades productivas de la sociedad y debe ser reformado, ya esta es una verdad tan admitida (al menos formalmente) como antes fue rechazada, pero el avance y la integralidad de la reforma aún es insuficiente, no hay dudas de que hay fuerzas internas e intereses conservadores que se le oponen, el propio Presidente de la República lo ha expresado con énfasis de una forma u otra en más de una ocasión.
Sin embargo, el problema cuya raíz está en la economía no se reduce a esta y cada vez menos. Es necesario comprender los malestares de la gente, fatigadas por las tremendas dificultades de la vida cotidiana más allá de las causas que las provocan, acentuadas principal y sistemáticamente por una agresión que se hace cada vez más evidente y notoria. Incrementar esos malestares es el eje de esa agresión a la que se somete al país.
El bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de los Estados Unidos no es todo, pero el bloqueo afecta todo. Tiene un carácter genocida, criminal y oportunista, y viniendo de un poder tan inmenso y en medio de situación tan compleja como la actual con la pandemia, resultados da. ¿Acaso no es eso lo que busca? ¿no es para eso que existe? ¿no es buscando eso que se mantiene? o sea, agudizar al máximo posible todas las dificultades, generalizar los malestares y convertir la crisis económica en una crisis política que termine con el “régimen” para colocar otro sistema dócil a los intereses externos. Eso es así, pero no es que nadie lo invente o imagine, así está descrito y declarado en la política desde su comienzo hace ya seis décadas. El desafío fue neutralizarlo en su propósito mayor y se logró, ahora ese desafío sigue siendo el mismo pero en circunstancias más complejas por muchas razones.
Las simultáneas protestas públicas del 11 de julio en diferentes partes del país son, sin duda, parte de una articulación de acciones contra el gobierno, las costuras se ven por todas partes. Pero se asientan en malestares reales y objetivos, en las dificultades cotidianas y las escaseces de todo tipo, aunque estas sean en gran medida provocadas y también resultado de insuficiencias propias. Sería un error hacer una lectura simplista o unilateral de tales acontecimientos. Agresión hay y fuerte y perversa, fallas e insuficiencias propias también y no son pocas.
Como expresé antes, el momento exige imaginación, audacia, flexibilidad y firmeza, sentido político. Escuchar y dialogar con quienes tenga sentido dialogar, y a la vez no dar ni un milímetro de espacio a la reacción proimperialista.
También es preciso ser autocríticos, insisto en que el bloqueo lo afecta todo, pero no es todo. Hay retrasos y parálisis que se pagan ahora, creo que es necesario comprender esto con honestidad y sentido crítico.
Con éxito ha logrado Cuba una proeza extraordinaria frente a la tremenda pandemia que golpea en todas partes, sus científicos han creado vacunas efectivas, trabajando en las peores condiciones que se puedan imaginar. Han sido prácticamente laboratorios en una trinchera, sin disponer de los mínimos recursos que posee cualquier científico en el mundo, un país que ha logrado eso no se puede subestimar, como antes logró otras tantas cosas.
Sin embargo, como demuestran los acontecimientos, eso no basta. La pandemia se ha expandido, por delante del efecto de las vacunas, de manera exponencial en algunos lugares del país. Se le ha enfrentado con lo que se tiene, pero se han visto salas de hospital repletas con pacientes incómodos. Creo que en la medida de lo posible hay que continuar colocando todos los recursos disponibles, con los balances necesarios, en función de esto. Por ejemplo, la provincia de Matanzas, una de las más afectadas, tiene una de las plantas hoteleras más amplia del país. Una parte de esos hoteles podría emplearse como hospitales temporales sin costo alguno, sin suspender totalmente el turismo con los cuidados del caso. Sabemos por declaración reciente de la dirección del gobierno que esto ha comenzado a implementarse.
De otra parte, sin darle el más mínimo espacio a la demagógica y cínica “ayuda” promovida por los mismos que apoyan el bloqueo, podría convocarse a una solidaridad internacional aún mayor, en un mundo que le debe moralmente tanto a Cuba.
También creo, podrían buscarse novedosos negocios para elevar sustancialmente el nivel de abastecimiento de las (ojalá temporales) tiendas en Moneda Libremente Convertible a cambio de mantener un razonable nivel de abastecimiento en las tiendas en Moneda Nacional, sobre todo de comida y productos de primera necesidad. Por ejemplo, no existirán empresas chinas enormes interesadas en acceder a un mercado interno en Cuba que como se ha visto posee divisas, entregándoles temporalmente las tiendas en Moneda Libremente Convertible y cambio de esas ganancias abastezcan el mercado en Moneda Nacional, dejando además un margen de ingresos adicionales a la economía nacional. Si hay ganancias y pagos asegurados, que nadie dude que estarán allí las empresas y garantizarán el abastecimiento, además del lógico interés geopolítico.
También, creo que la situación exige un cambio táctico en la actual política de inversiones: de hoteles a la producción e importación de alimentos, insumos para la agricultura y medicinas. Si hubiera razones que impiden un movimiento así, ¿cuáles son?
Y lo más importante, continuar sin pausa y con prisa la reforma económica, ya discutida hasta la saciedad. La reforma no sólo permitirá producir más, también permitirá incluir más.
Hay que hacerlo todo: atender la pandemia, avanzar firmemente en la reforma y defender la seguridad del país. La solución no puede ser parcial, es integral. A lo estratégico de la transformación hay que integrar las urgencias de la coyuntura; difícil y complejo es, imposible no.
Ahora y a propósito, una disgresión. Como hemos visto en estos días y debido a su aniversario, se ha hablado bastante del discurso de Fidel conocido como “Palabras a los intelectuales”, pronunciado en 1961. Por supuesto que todo hecho histórico debe ser analizado en sus circunstancias específicas, aunque también en sus trascendencias, esas que van más allá de su tiempo. En este sentido quiero expresar mi opinión de que aquellas palabras no iban dirigidas exclusivamente a la intelectualidad y a la definición de la política cultural, creo que se trata de un discurso político referido al proceso revolucionario en general, con una lección importante para la política y para la política ideológica toda: “sólo renunciar a lo incorregiblemente contrarrevolucionario” yo añadiría a lo incorregiblemente proimperialista. “Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada” y otras definiciones que expresan un sentido político amplio, sin estrecheces ni extremismos ideológicos, que buscan darle al proceso revolucionario la base de consenso popular más amplia posible. Por supuesto que también expresó el derecho de la revolución a defenderse y con ella a defender la soberanía del país.
Sin embargo, más de una vez a lo largo del tiempo y sobretodo recientemente hemos visto la promoción, aún en medios oficiales, de una retórica excluyente y a rajatabla, de definiciones estrechas que agreden lo que debería ser la base amplia del proceso de cambio, del cierre y el estigma ante cualquier posición mínimamente crítica (a veces sin razón y muchas veces con ella), pero legítima de lo que opina la sociedad, incluida esa parte amplia que no es incorregiblemente contrarrevolucionaria ni proimperialista, ni siquiera procapitalista. Considero que este no es un detalle menor: el consenso es imprescindible para la viabilidad de cualquier revolución, pero mucho más para la cubana, ubicada en una isla pequeña sin suficientes recursos, sin importantes alianzas internacionales y vecina de un poder hostil y monstruoso (por su tamaño y por su conducta). Ese consenso le es tan necesario como el oxígeno a la vida y el consenso no se forja a martillazos, mucho más con las complejidades del mundo contemporáneo, ante nuevas generaciones en edad política y después de la onda expansiva del desastre del socialismo en Europa, así como el impacto manipulador de las redes, etc.
Junto a la disposición de combatir intelectual y físicamente a la agresión perversa y asimétrica que se le hace al país, es necesario también la apertura al diálogo más amplio, más inclusivo, más constructivo, más autocritico cuando sea necesario. No confundir la soberbia con la firmeza, ni la prepotencia con la fuerza legítima que se posee.
Desde el punto de vista de las ideas, está más que demostrado que no hay certezas totales. Si para algo ha servido el derrumbe del socialismo europeo ha sido para eso. ¿Hemos aprendido la lección? Es una pregunta que debemos hacernos todos los días. Tenemos sólo algunas certezas fundamentales: que la soberanía de la nación es irrenunciable; que la justicia social es un valor absolutamente propio de una revolución “si es verdadera”; que un sistema económico que favorezca el desarrollo, el progreso y el bienestar material es imprescindible, de lo contrario la revolución no pasaría de ser una quimera sin futuro; que, en el caso de Cuba, el socialismo es la única alternativa que puede garantizar todo lo anterior; que debemos basar la acción en nuestra propia historia. Hasta ahí las certezas, todo lo demás, es decir, el aterrizaje, las vías, las formas, las rutas, las políticas para el alcance de todo esto, forma parte de las incertidumbres que se deben enfrentar, que se deben debatir, que se deben resolver sin dogmas, desde la inclusión, desde la comprensión, desde el sentido crítico. Insisto en que la soberbia y la prepotencia, hijas además de la ignorancia y el aldeanismo, poco ayudan en ese camino, es más ayudan pero en el sentido contrario.
Estoy de acuerdo en que hay momentos de definiciones donde se debe ser claro en qué lugar se está y con quién se está, o para decirlo de otra manera en qué lugar o con quiénes jamás se estará. Es el dilema que se ha planteado Cuba por siglos, desde épocas del anexionismo “ancestral” hasta el anexionismo “moderno” y “posmoderno”, siempre minoritario pero que todavía sobrevive y hasta cobra fuerzas del otro lado del estrecho con sus lamentables expresiones locales, recursos financieros no faltan para fomentarlo. Creo que en eso no debe haber ni confusión ni ambigüedades, es preciso conocer la historia.
Creo que lo sucedido recientemente es un llamado de atención. Hay que defender la soberanía, pero sobretodo hay que reflexionar para continuar por donde se debe y se puede avanzar, incluir todo lo incluible, todo dentro del proyecto de nación (soberanía, justicia social, desarrollo económico y democrático), nada contra el proyecto de nación.
La geografía y la historia han colocado a nuestro pequeño archipiélago en un lugar muy difícil para consolidar su proyecto nacional. Lo viene haciendo desde el siglo XIX contra el viento y la marea. Lo que se ha avanzado es un trecho enorme, sorprendente, pero el camino aún no ha terminado, ni es irreversible. Ahí están los desafíos. Esta generación, la mayoría de esta generación, lo mejor de esta generación debe estar a esa altura, es mucho lo que está en juego.
— Julio Carranza, 12 de julio 2021